En esta exposición se fueron hilando diferentes aspectos de lo mostrenco atravesados por condiciones sociales de diversa índole, no es un compendio porque el dominio de lo mostrenco es enorme. Casi cualquier cosa es susceptible de convertirse en un bien mostrenco, incluso algunos seres vivos. Si se piensa en los objetos del mundo, existen mostrencos de diferentes características físicas y simbólicas que se identifican con los estratos sociales por múltiples razones.
Lo mostrenco, antes de serlo, pudo ser objeto de deseo, pero en el momento de ser clasificado como tal, se convierte en una “víctima” del olvido. En algunas ocasiones el deseo conduce a hacer hasta lo imposible para conseguir poseer algo, y finalmente cuando lo que se estaba buscando se alcanza, el tiempo y otros factores que deprecian el objeto de deseo, hacen que éste sea simplemente un bien más, ya no la razón del esfuerzo y la obsesión.
En el acto de tener por tener, las posesiones tienden a volverse bienes en desuso, olvidados por la poca importancia que representan para nuestra existencia. Incluso se transforman en cosas que no queremos tener, en este sentido, poseer un bien indeseado es casi como tener un muerto en casa, un encarte inerte, pero una vez fuera de casa y de nuestras vidas ya es problema de otro.
En algunos casos estos encartes tienen historia, han acumulado una carga indeseable que genera su depreciación por sucesos ocurridos en algún lugar, al interior de un vehículo o relacionados con algún objeto en un contexto ilegal y tocan la sensibilidad de los posibles nuevos dueños del mueble o inmueble. Hay personas a quienes no les importa esa carga y desean poseer el objeto así sea de segunda mano. Por lo tanto, lo mostrenco puede ser un estado de transición, pero por lo general es un estado definitivo.